27 mar 2009

Del cómo al cuánto.

No sé dónde había oído que la asignatura de economía trataba de, algo así como, traducir a números el comportamiento social. Se tratara de lo que se tratase, esa asignatura se me atragantó tanto que tuve suplicar a un amigo, recién licenciado en la materia, que me suplantase en el examen final. Como el pobre también me suspendió, nunca más quise saber de balanzas, índices, ni de pibs, ni de pabs.

De aquellos polvos, digo yo que vendrán estos lodos. Si hubiera hecho caso a mis queridos que profetizaban esta retrospectiva mía de lamentos, otro gallo me cantara.

A pesar de parasitismo de los bancos que buscan sin escrúpulo y con ahínco, la apropiación debida e indebida del tiempo y los esfuerzos, uno debe seguir adelante con sus valores, sus proyectos y su forma de ver las cosas, porque de lo contrario, naufragaría en el mar de los borregos y para eso no he venido hasta aquí. Esto es lo que sé hacer. Si les parece bien como si les parece mal.

Los resultados de la cuenta, los del balance, los de los puntos, los de los euros ¿Es el resultado lo único que importa o cuenta también cómo llegamos hasta él? Cuando bebemos vino ¿Vale más la intensidad de las sensaciones que el verdadero placer?¿Acaso la mierda, no tiene altísima intensidad aromática?

¡Tantos puntos! ¡Tantos euros! ¡Tanto, tanto!

Se dice que hay vinos para todos los gustos, de todos los precios e incluso para todas las ocasiones y sin embargo el consumo sigue bajando, a pesar de la flexibilización de precios y de la creciente tendencia a utilizarlo como papel moneda. Porque hubo un tiempo en el que el dinero se enterraba en las bodegas y en las viñas y ahora se paga con el vino nacido de las semillas de los de quinientos. Quizás sea éste, el del pago de deudas, el único vino que se beba, porque cuando la gente no quiere beber, no quiere beber y además le da igual el precio que tenga que pagar.

21 mar 2009

Las primeras flores.

Dirán ustedes que para ponerse de colesterol, no hace falta meterse casi tres cuartos de hora de coche y atravesar tres fronteras, entre el hueco que deja el León Dormido.

Y sólo para recorrer los veinticinco kilómetros que separan Logroño de Bernedo, prenderles fuego a un par de gavillas de sarmientos, casi recién cortados y asar un costillar, una careta y unas chuletillas de cordero. Echar unos tragos y dar un paseo entre un denso bosque de boj, por la ruta de los caleros y los carboneros.

Almorzar, como siempre, la primera labor. La víspera fue para comprar el condumio e inventariar el equipo básico de supervivencia. Unas parrillas, unas pinzas metálicas o tenedor, dos gavillas de sarmientos y unas riojas, que es como popularmente se conoce por aquí al periódico, que lo mismo sirven para limpiar, que para encender y protegerse del hierro al dar la vuelta al asado.

Asar, con los sarmientos húmedos, en un día soleado es un martirio. Media hora echando pestes porque la leña no arde, otra media hora ardiendo, y el resto asando. Mientras, el numeroso grupo de comensales da fe de las primeras

parrilladas y sigue insaciable, pidiendo más y más.

Entre los asadores hay ciertas discrepancias sobre las distintas formas de asar. Que si la careta de cerdo en el fondo y primero por arriba, que si las chuletillas hay que darles la vuelta una a una, en vez girarlas todas a la vez, etc. ¡Vamos! Nada que no solucionen unos tragos de vino joven fresquito que entran en chorro como para apagar un fuego. Menos mal que había ceroceros heladas.

Para cuando nos sentamos a la mesa ya andaban con el postre, pero cuando llegó

Tras el brindis por mi indetectabilidad vírica, cada día más definitiva, emprendimos el paseo.

La ruta de los caleros y los carboneros, un paseo entre el boj, precioso y bien ilustrado.

No sólo por lo bien documentado, también por ese pequeño viaje por el bosque charlando y compartiendo secretos con la gente que quieres.

Y ahí estaba ese 2008 Cepas Antiguas de Martínez Corta, como las primeras flores de la primavera.

15 mar 2009

Sinfonía en S.B.


Esta semana hemos probado, en dos sesiones, diez de los vinos que elabora Gitton P.& F. en Sancerre y Poully Fumé.Y como de costumbre, hemos seguido su comportamiento hasta tres días después de abiertas las botellas buscando opiniones, anotando apreciaciones y sensaciones de quien pasaba por la tienda y los bebía.

Este ramillete de vinos nos ha ofrecido una didáctica perspectiva sobre el comportamiento de la sauvignon blanc en algunas composiciones, orientaciones e inclinaciones de suelos, sobre diferentes patrones en ciclos concretos que ha cultivado y elaborado Gitton P.& F. para nuestro deleite.

Distintas personas, en distintos momentos hemos disfrutado de esta sinfonía de vinos Como era previsible, cada uno hemos percibido sensaciones distintas e incluso algunas superficialmente contradictorias. Sin embargo, casi todos hemos coincidido en destacar y corroborar la diversidad de sensaciones que pueden ofrecer los vinos procedentes de una sola variedad a pocos kilómetros de distancia, cada año.

Ante la inminente reconversión y ampliación del viñedo riojano, a uno ya le desasosiega la ansiedad de probar los vinos elaborados en esta tierra a partir de la sauvignon blanc. Aunque espero no hacerlo hasta dentro de tres o cuatro años, ya me corroe oler los blancos de la cara suroeste de Valpierre, los de la falda norte de Yerga o los del límite de cultivo en la Sierra de Cantabria.

Pero no sólo de sauvignon blanc y ajustes de cuentas de resultados vive el hombre. Esta semana y como postre a los franceses, también hemos probado y compartido tres muestras que trajo Miguel Angel Ruiz, un vitivinicultor que ha disfrutado cultivando y elaborando a partir de viura, en sus corros de Ábalos. Las tres con distintos azúcares residuales que ha obtenido este invierno mediante una técnica de vino de hielo: Protegidos los racimos con bolsas de plástico, vendimió y prensó en la misma viña, el día de nochebuena, con la fruta totalmente congelada, tratando de seleccionar y desechar la uva excesivamente botritizada. Aunque dice que costó arrancar la fermentación, consiguió elaborar el contenido de un garrafón con un 14% de rendimiento uva/vino.

En la copa surgían lo aromas francos, sin excesos y límpios de la viura, esta vez evocando a los de la pera. En la boca resultó impecable. A falta de consenso sobre el contenido en azúcares residuales y tras una lluvia de ideas, cada cual mas descabellada, resultó un delicioso trago en magnífica compañía.

Otra demostración más de lo que se puede obtener a partir del cultivo de una variedad muy conocida, pero poco reconocida por estos lares.

Y así, pasamos las tardes de invierno.

7 mar 2009

Las fresas de mi padre.



HTML clipboarMi padre conducía vehículos a motor desde los años 30, aunque confesaba su asombro cuando vio sobrevolar los primeros aeroplanos por encima de su boina. Creció mientras el cine mudo se sonorizaba. Así que cuando vio las primeras imágenes del hombre pisando la luna en la caja también parlante, ya estaba habituado a los sorprendentes desafíos de la ciencia.

Nació un día de 1911, aunque el champagne no era uno de sus vinos favoritos. El Tres Picos del 2002 que guardaba en su bodega, para cualquier día normal, lo tuve que compartir con otros, en los albores del 2005 y él, de cuerpo presente.

Cuando desparecen los seres queridos, uno compensa la ausencia con recuerdos, consolando y autoconsolando para rellenar ese vacío, pero no percibimos verdaderamente la pérdida hasta que en el diálogo interno no surge el manido "..si mi padre levantara la cabeza..."

Si el hombre hubiera vivido un par de años más, le hubiera explicado que ahora ya no hace falta calor para cultivar fresas. Que se pueden obtener a bajas temperaturas porque llevan insertados genes que sintetizan proteínas con propiedades anticongelantes, obtenidas de pescado del mar Ártico. Y lo hubiera asimilado con naturalidad, como todo o otro. Lo que sí me hubiese gustado es ver su rostro al ver mis macetas de fresas. No sé si a él tanto como a mí, porque no creo que la sensación de percibir realmente las cosas: Viéndolas, oliéndolas, comiéndolas, oyéndolas y tocándolas, en definitiva sintiéndolas, resulte igual que escuchar o leer sus referencias, por muy descriptivas y fundamentadas que resulten. A mí, francamente, ver esas fresas me impresionó mucho, aunque no tanto como comerlas que uno ya está acostumbrado a los fresones insípidos del plástico.

¡Ay cómo sabían y olían aquellas fresas de la huerta de mi padre! No creo que fuese sólo porque era él quien las seleccionaba y plantaba en su huerta estercolada a límite de cultivo, cerca de dónde el ciclo de la tempranillo no siempre llega a la maduración completa. Más bien pienso que por toda la conjunción de factores. Pienso que la desaparición de las perfumdas y sabrosas estaría relacionada con la poca rentabilidad frente a clones y variedades más productivas, plantadas en fértiles tierras cálidas. Además que de haber permanecido el cultivo, la planta de las fresas de mi padre hoy constituiría un referente prestigioso y exportable frente a la de los fresones inodoros e insípidos que buscan el estilo de apariencia internacional. Sí, ese en el que prima sobre todo el aspecto visual. ¡Qué pena no poder preguntarle por aquella variedad!

Supongo que la fresa como la vid tienen como antepasado remoto una planta silvestre a partir de la cual han evolucionado en miles de variedades que hasta hace bien poco compartían el mismo patrimonio genético. Los agricultores elegían las cepas específicas en función de criterios relacionados con las condiciones de cultivo y los cánones de calidad del fruto. Así unas variedades han resultado más perdurables y exitosas que otras y se ha producido una selección espontánea. Quizás esto haya sido lo que ha llevado a favorecer la proliferación de unas variedades sobre otras, llegando incluso a invadir zonas en perjuicio de las originales autóctonas hasta su desaparición.

Variedades de vid como por ejemplo: Chardonnay, cabernet sauvignon, pinot noir, verdejo, tempranillo han obtenido inmejorables resultados para la elaboración de vinos en zonas y con técnicas de elaboración muy concretas. Tanto es así que muchas veces resulta inevitable pensar en una variedad sin encontrar cierto vínculo con la zona de producción en donde se ha contribuido a obtener el mejor resultado cualitativo. Pinot noir- Bourgogne, Rioja-tempranillo, cabernet-Bordeaux o verdejo-Rueda parecen asociaciones inevitables. No digo ya zonas como Rías Baixas en las que es popularmente reconocido el error de identificación con la variedad albariño.

El éxito de los vinos elaborados con determinadas variedades, lleva a intentar reproducirlos, a menudo sin considerar otros factores, en zonas con pretensiones de obtener rentabilidad inmediata en perjuicio de los personales y originales.

No sé yo si las cepas de sauvignon blanc, verdejo y chardonnay alcanzarán el máximo exponente en los microclimas, los suelos y aplicando la tradición elaboradora de Rioja. Con un poco de suerte, pienso que se tomaran referentes para el cultivo y la elaboración de las zonas en las que se cultiva y elaboran con máximo éxito cada variedad, no sea que resulte una mera imitación de cultivos y elaboraciones alóctonas de variable y dudosa categoría. A no ser que se pretenda convertir los blancos riojanos en vinos del país.

¡Vamos! Que puestos a "transgenizar", mejor la planta de las fresas de mi padre que los gorditos fresones de invernadero. Ya veo los autobuses de agricultores y bodegueros peregrinando por La France, en busca de la esencia de la sauvignon blanc y la chardonnay. Mon dieu!

De las recientemente recuperadas¡¿?!Pues muy originales.